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Frankie Manning: Bailar como acto de amor

Frankie tiene ahora 84 años y está como una rosa. Es una persona realmente atractiva. Sigue teniendo una cabeza atractiva, grande y calva, como la de Yul Brynner. Parece veinticinco años más joven de lo que es (Sigue de Frankie Manning: Volver a bailar 30 años después).

Hace tiempo que se divorció y ahora su pareja es una agradable mujer llamada Judy, que es treinta años más joven que él. Tiene un torso muy fuerte y cuando bailé con él pude sentir los músculos de su espalda, lo cual me encantó.

Frankie enseñando en sus clases

Actualmente baila todos los días, como cuando era joven. Recordemos que Frankie Manning tiene 84 años, y prácticamente vive en la carretera. Solo este año Frankie ha realizado seminarios de Swing en Denver, Baltimore, Filadelfia, Houston y Phoenix y también ha estado en Inglaterra, Singapur, Suecia, Noruega, Alemania y Japón.

“¿Habías estado antes en Japón?” Le pregunté.

“No, al menos no como profesor de baile”.

Frankie Manning es siempre muy preciso a la hora de relatar los hechos, así que le pregunté de qué forma había estado en Japón.

“Como miembro de las fuerzas de ocupación estadounidenses”.

Uno de los seminarios que dio Frankie Manning fue en Baltimore, donde asistieron 400 personas durante un fin de semana para recibir clases de Lindy Hop y bailar con big bands. Yo fui a algunas. Era una delicia ver cómo enseñaba Frankie Manning. Denzel Washington, que estudió con Frankie para las escenas en las que bailaba Lindy Hop en Malcolm Xdijo:

“Es juvenil, es divertido, delicado y lleno de energía positiva. Cuando estábamos aprendiendo Lindy Hop con Frankie, intentábamos divertirnos tanto como él. Intentábamos seguirle el ritmo”.

Después de las clases de Frankie, sus alumnos hacen cola para hacerse una foto con él y obtener su autógrafo. Están locos por él. Llevan camisetas con su cara. Las chicas no pueden reprimir querer besarlo.

“Es el dios del Lindy” me dijo un chico. “Es magnífico y lo hace todo bien”.

También tiene una paciencia y un buen humor infinitos. Este hombre talentoso, que fue estrella del baile, es capaz de pasar todo el día de pie contando:

“Y uno y dos y tres…”

Ayudando a mantener el ritmo a los pequeños saltamontes que aún no cogen el ritmo. Ver a Frankie Manning enseñar Lindy Hop a principiantes es como ver a Duke Ellington enseñar CHopsticks a un estudiante de segundo grado.

“Incluso si no lo pillan, se divierten y eso a mí también me divierte” afirma Frankie.

El baile como acto de amor

Sin embargo, él enseña algo más que los pasos. Tiene un plan de enseñanza mucho mayor. Frankie enseña intimidad. Les enseña a los hombres y a las mujeres cómo estar juntos. Frankie defiende la creencia de que los hombres y las mujeres estadounidenses perdieron la noción de la intimidad cuando dejaron de bailar juntos.

También defiende que la mayoría de los problemas de comunicación que existen entre los hombres y las mujeres de hoy en día pueden solucionarse en la pista de baile. La pareja que baila unida, permanece unida (Nota del T.: Los siguientes párrafos pueden resultar anticuados para las nuevas generaciones, como los de cualquier documento histórico. Recordemos que Frankie Manning era un hombre de otro tiempo, con valores tradicionales, y hay que entender sus opiniones en su contexto. La comunidad moderna ha progresado mucho desde entonces, y ya no asociamos sexo con rol de baile, aunque la esencia del mensaje sigue siendo válida.)

“Los hombres y las mujeres antes venían a bailar juntos. En los años treinta, si yo bailase contigo, habría mantenido una conversación” Contaba Frankie.

“¿Cómo fue tu día? ¿Cómo está tu familia? ¿Cómo te sientes? Podemos pasar tiempo el uno con el otro, tener conversación. Así se llega a conocer a una persona. Cuando los hombres y las mujeres dejaron de ir a bailes sociales perdieron la conexión, la familiaridad”.

Frankie piensa que los hombres modernos no saben cómo comportarse correctamente, así que también les enseña a hacerlo. Durante sus clases Frankie enseña a sus alumnos varones modales, amabilidad y, no menos importante, la importancia de arreglarse.

“Debéis tener buena apariencia” Les dice a los hombres. “Cuando le pidáis bailar a una chica lo primero que va a hacer es miraros de arriba abajo. Tenéis que corresponder con algo que merezca la pena, compañeros”.

Para Frankie, la elegancia, la dignidad, el baile y el amor están conectados. La posibilidad de recuperar todos estos elementos, resulta muy atractiva para sus alumnos. Una de las mejores alumnas de Frankie, una bailarina moderna profesional llamada Mickey Davidson, explicó su atracción por el Lindy Hop de la siguiente manera:

“Aquí estoy yo, una madre soltera negra, cabeza de familia, cargando el mundo sobre mis hombros. Sin embargo, cuando bailo con un hombre me tengo que relajar y dejarme llevar. Tengo que confiar en que, durante dos minutos, ese hombre me va a cuidar. Como mujer no pierdes nada relajándote de esa manera. A veces es necesario.

“¡Miraos el uno al otro! ¡Dejad de miraros los pies y miraos el uno al otro!” Insiste Frankie a sus alumnos masculinos.

“Acercaros más, acercaros más. Tenéis que bailar como si estuvierais enamorados de ellas”.

¿Amor? Bueno, eso son palabras mayores. Mucha gente no ama ni a sus parejas sexuales, menos aún a sus parejas de baile. Pero amor es justo lo que Frankie pide. Aunque sea durante dos minutos. Una vez Frankie interrumpió una clase para decir:

“Chicos, la dama con la que estáis bailando es una reina”.

Todos nos reímos, tanto hombres como mujeres. Frankie esperó a que nos detuviéramos para repetir:

“Es una reina”.

Lo decía en serio no iba a parar de repetirlo hasta que le escuchásemos, hasta que entendiéramos que iba totalmente en serio. La sala se quedó en silencio.

“¿Y cómo te comportas con una reina?” Preguntó. “Te inclinas ante ella. Cuando bailas con una mujer deberías estar inclinándote ante ella, todo el rato. Ese es el sentimiento que deberíais tener. Os está dejando que bailéis con ella. Deberíais estar agradecidos, chicos”.

Volvió a poner la música. En ese momento dio la casualidad de que yo estaba bailando con un bombero fuera de servicio, que era terriblemente atractivo. Me tomó entre sus brazos, muy cerca de él, me miró a los ojos y sonrió dulcemente. Comencé a sentirme embriagada.

“Eso está mejor” sentenció Frankie Manning.

Por supuesto, Frankie también enseña a bailar en sus clases. También enseña técnica y aspectos formales del baile . No todo son los modales, quiere que aprendamos a mover el culo.

¡Flexionaros! ¡Inclinaros! ¡Sed descarados! ¡No tengáis miedo de doblar las rodillas! ¡Más abajo! ¡Esto no es Riverdance, amigos!

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Traducido y adaptado por EstiloSwing, extraído del artículo Gotta Dance! de Elizabeth Gilbert (1998)

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